Hace unos días, previo al cierre del 2021, la plataforma de contenidos multimedia por streaming, Netflix, estrenó en México una de sus producciones originales hasta hoy más exitosas (aunque por debajo de los niveles de audiencia alcanzados por El Juego del Calamar): Don’t Look Up. El largometraje, dirigido por el guionista, director y actor estadounidense Adam McKay (quien cuenta entre sus joyas la dirección de Vice, en 2018; y The Big Short, en 2015), tiene el mérito inicial de ser una producción en la que convergieron personalidades consolidadas de la industria cinematográfica estadounidense (Leonardo DiCaprio, Jennifer Lawrence, Cate Blanchett y Meryl Streep) con talentos en rápido ascenso (Jonah Hill y Timothée Chalamet).
Con una combinación entre elenco y dirección de esa magnitud (y dando por descontada la inclusión de desaciertos lamentables, como la actuación de Ariana Grande), así, a primera vista, Don’t Look Up parece ser una pieza prometedora dada la seriedad con la que históricamente han construido sus carreras algunas de las figuras estelares de la película y, más aún, a la luz del compromiso que muchos de ellos y muchas de ellas han asumido con la interpretación de roles que, por lo menos en la pantalla, expresen algún grado de responsabilidad social con causas urgentes de nuestro tiempo o algún nivel de complejidad humana difícil de representar. La realidad es, no obstante, que Don’t Look Up es una producción insufrible, que sólo alcanza a brillar tenuemente por las grandes actuaciones de sus estelares, sin las cuales sus 145 minutos de duración se sentirían simplemente como un desperdicio de vida ante la pantalla.
De ahí que, en general, lo más interesante de esta película no sea en sí mismo su calidad como un producto cinematográfico más sino, antes bien, por un lado, el mensaje de fondo que intentó transmitir; y, por el otro, el efecto social que tuvo entre las masas que atendieron su estreno y su consumo como un fenómeno cultural de enormes proporciones y de aguda concientización colectiva sobre el estado en el que se halla la vida humana (y cualquier otro tipo de vida orgánica) en el planeta Tierra.
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