Luego de que se confirmase ante el Instituto Nacional Electoral la alianza —supuestamente— coyuntural por la cual tres de los más grandes y añejos partidos políticos del México posrrevolucionario (hasta hace poco férreos defensores de la idea de que cada uno de ellos representaba una alternativa, una visión de Estado y de nación radicalmente distinta de la enarbolada por los otros dos) competirán en las elecciones de medio término del año entrante, para renovar la Cámara de Diputados, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, reaccionó ante el anuncio de la institución de la coalición Va por México afirmando:
«Ellos se están agrupando porque ellos representan al antiguo régimen: ellos mandaron, ellos dominaron, en los últimos cuarenta años, y lo hicieron asociados, simulando de que eran distintos (sic.). Ahora ya como se está llevando a cabo una transformación en el país, pues se quitan las máscaras y ya se abrazan y formalmente se agrupan para defender al antiguo régimen, defender los privilegios, lo que significó la política neoliberal, el beneficio para las minorías, la corrupción, el empobrecimiento del pueblo, la inseguridad, la violencia. Eso es lo que ellos añoran y es lo que están ahora defendiendo. Y van a buscar ahora en las elecciones el regreso de ese régimen antipopular, corrupto, de privilegios, pero es legítimo. Esto pasa en todo el mundo».
López Obrador, 23/12/2020
Los tres institutos políticos en cuestión que forman dicha coalición electoral son, por supuesto, los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática. Juntos, en el imaginario y en el discurso de López Obrador, constituyen lo que él mismo posicionó en el debate público nacional como el PRIAN, que si bien es un acrónimo en el cual tienen preeminencia las siglas de los dos primeros partidos (PAN y PRI), no por estar ausente de él, el PRD le resulta ajeno, toda vez que, por lo menos desde la vuelta de siglo (en los albores de la supuesta democratización de México) éste partido, que nació como resultado de la escisión de las alas progresistas del priísmo, ha tendido a ir en alianza coyuntural con aquellos dos en prácticamente cada ronda electoral local, para renovar presidencias municipales y congresos locales.
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